V. 25/04/2022 - 01/05/2022
¿Para quién formas seres humanos? Hace un tiempo escucho el podcast de Radio Pauta, “Desde el Jardín”, conducido por Cristián Warnken. Un difundidor de ideas culturales que muchas veces, ha sido atacado por distintos medios de comunicación y hoy, más que siempre, por las redes sociales.
En el programa cita la frase “hay que cultivar el
propio jardín”. Y es en torno a los jardines de población, tan enjaulados y tan
hermosos, que anotaré mis reflexiones de esta semana.
El profesor Richard Bravo, comentó sobre Los roles
docente en la perspectiva chilena, y una concepción romántica de ver al alumno
como semilla, la escuela como jardín y el docente como jardinero; me hizo
pensar en las poblaciones hoy en día con la lectura entre líneas de una
educación que forma buenos ciudadanos.
En el diario la Región de Coquimbo, el 26 de mayo del 2022 salió la noticia: En el SENAME "Hay educadores que entran y salen llorando" del trabajo. La noticia relata sucesos que ocurren en recintos del SENAME, a trabajadores, mostrando los problemas que tiene que ver al tratar jóvenes que han sido vulnerados y vienen de un ambiente hostil
El lugar dónde aprendes cuando es prisión. El colegio como cárcel. El jardín enjaulado.
En la población de dónde vengo, en Las
Compañías, mi colegio parecía una prisión. El escritor español Enrique Vila-Matas,
en su novela Doctor Pasavento,
describe la misma arquitectura de mi colegio (Vila-Matas, como Dalí, Siqueiros
o Pinochet, también fue educado por los hermanos maristas). Colegios con lanzas
verdes en sus rejas... El profesor Richard Bravo al hablar de las las proyecciones del
presidente Eduardo Frei Montalva, recordé un momento en ese colegio y una norma, que siempre entra en discusión:
Estaba en la sala que usábamos como enfermería cuando nos
pidieron que nos sacáramos los zapatos. Eran los primeros días de clases y necesitaban
tomarnos el peso. El colegio al que asistía era el Nuestro Señora de Andacollo
de Las Compañías, un colegio de alto riesgo social, y un compañero, al sacarse
los zapatos tenía unos calcetines con “papas”; realidad muy distinta al de
nuestros uniformes, que eran bien similares.
Esta norma, que no es obligatorio, hoy puede parecer una medida antigua y doctrinal; y quizás no quepa duda de aquello. Pero también permite que no podamos ver la diferencia miserable que tenemos los de alto riesgo.
Un uniforme no permite diferenciar el día a día de un niño que no
posee la misma calidad de ropa para cambiarse todos los días. Ya en los neoliberales Jeans Day aguantaban una carga de
identidad que sí, era más real para cada une,
pero es una exigencia que el poblacional tendría que cargar con la ropa de la
feria o tener que luchar por las marcas. Un jardín de población con los niños
enjaulados. ¿pero podría ser una profecía auto cumplida mi postura a mantener
los uniformes? ¿o es el estudiante de pedagogía que encuentra más importante lo
superficial que la profundidad de una ley del pasado?
Los colegios parecen jaulas sí. Actualmente mi ex jardín
está con alambres eléctricos para que no entren los que ya salieron de otras
cárceles. Sí ahora estamos en una crisis de identidad, en una anomía que hasta
disparar fuegos artificiales es posible, cosa que hace un par de años era
impensada; es que el jardín del que hablaron los alemanes puede ser derrocado,
por ese anhelado por los románticos latinoamericanos, en que ponen casitas
pequeñitas en las calles y les van a dejar flores y odian todo lo que su
subjetividad puede sembrar.
https://www.diariolaregion.cl/edicion-jueves-26-de-mayo-2022/
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