XII. Valoración de la bitácora

 

Mi primera reacción al saber que la Bitácora era virtual, fue de horror. Esto porque estaba tratando de escapar de la virtualidad, pero, el avance no se mueve, aunque atrapes en el aire todas las plumillas del cardo, la primavera llegará… hoy el docente tiene que ser cercano a las tecnologías para moldearse en estos nuevos lenguajes.

Hoy Viernes 8 de Julio, compré el libro La intemporalidad  perdida de Anaïs Nin, editorial Lumen, 2021.

 

 


Había conocido a esta interesante escritora solo con sus diarios amorosos, por lo que la literatura referencial siempre fue atractiva para mí, y escribir la bitácora, fue un aporte para entender que, como estudiante de pedagogía, hay un camino a la profesionalización que se abre a la emoción y a la racionalidad del sujeto.

Escribir semana a semana me permitió entrar en el estado de escritura en la computadora, que fue lo más nuevo para mí.

Por lo que formé una especia de relación con los textos después de terminarlos. Cuando finalizaba los dejaba “fermentando” por uno o dos días y después lo subía. Por lo que me da entender que funcionaba de mejor forma con el factor presente. Todo era más modificable al volver a verlos, porque también volvía a borrar y reforzar aspectos.

La Bitácora virtual reflexiva, me permitió navegar mucho más por la realidad, no me separó como creía. La tensión se generó porque hay un mundo más amplio dentro de la virtualidad.

Quizás en otra ocasión tenemos que compartir nuestras bitácoras y comentarlas. Cosa que intenté pero que pocos pares accedieron. Eso nos permitiría usar la red social de otra forma, y poder apaciguar un ambiente de poco respeto y no reflexión, en estos tiempos en que revisarnos como futuros docentes, nos obliga pensar que estamos rodeados de cientos de espectadores, utilería y telones. El teatro del mundo se ha abierto más allá de las paredes de la escuela.

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